jueves, 17 de abril de 2008

ENTREVISTA A CARLOS WARTER

Desde Honolulu, Hawaii:
UN MÉDICO DE RUTAS KILOMÉTRICAS


Por Catherine Bernales L.
Las entrevistas por e-mail sirven para crear ambientes ficticios y echar andar la imaginación. Es así como comienza mi plática con el doctor Carlos Warter Goldaker (Md, PhD). En medio de la nada, él en una isla y yo al fin del mundo, interconectados sólo por una pantalla y un teclado.Veamos qué resulta…
“E komo mai, Nou ka hale”(Welcome, the house is yours). El hawaiano se compone de seis vocales y ocho consonantes, es el alfabeto más corto del mundo. Mas el Dr. Carlos y yo no practicamos lenguas polinesias, así que optaremos por nuestro idioma materno.
Para comenzar, me doy la autobienvenida a Honolulu, Hawaii, lugar en el que reside mi entrevistado. De paso me coloco un “lei” (collar) de orquídeas, mailes y plumas, para presentar a este exitoso médico, psiquiatra, autor y conferencista.


El señor Water es uno de los más reconocidos pioneros de la Medicina Integrativa, disciplina que contempla al ser humano como unidad dinámica y global de sus aspectos espirituales, emocionales, intelectuales, físicos y sociales.
Actualmente es presidente y fundador de la Heartnet International y de la World Health Foundation for Development and Peace —organizaciones dedicadas a restablecer la identidad sagrada del ser humano—promoviendo la sanación y la paz mundial.
Asimismo, se desempeña como profesor asociado de la Cátedra de Neurología y Psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami.
Sus acciones han sido distinguidas con el Premio Mensajero de la Paz de Naciones Unidas (1987) y una de sus obras más recientes es el “Enfoque Genoma del Desarrollo Humano”, una síntesis de su brillante formación académica y de sus interesantes experiencias adquiridas en númerosos viajes por Oriente y Occidente.
Lo mejor de todo, más allá de sus títulos, sus más de veinte libros publicados en diversos idiomas, sus premios y reconocimientos, es que Carlos Warter es un kentiano.
Egresado de la promoción de 1963, nos relata su paso por el KENT y parte de su quehacer profesional.


“Si estuviera en Chile habría sido un padre ex alumno”

"Yo ingresé al KENT en tercera preparatoria (1955). Con mi familia vivíamos en Ñuñoa y yo era hijo único”, recuerda.
Aunque nació en Chile fue concebido en Rumania. Sus padres emigraron hacia nuestro país luego de la Segunda Guerra Mundial. Sus facciones, por tanto, son totalmente europeas. Rasgos finos, frente amplia y aspecto sereno. Es delgado, alegre y procura siempre sonreír cuando le toman una fotografía.
Alguna vez tuvo de profesora jefa a Miss Leyla Gaibur y compartió con los fundadores del Colegio; ésos que emigraron de la España conmocionada de fines de los ’30. He aquí algunas referencias:
"Alejandro Tarragó: Un maestro de verdadera inspiración constante de estudio y orden
Su método pedagógico era único e irrepetible. En mi primer libro “Vaivén vivencial” (prosa poética), prologado por Pablo Neruda, hay un poema inspirado por el señor Tarragó.
Vicente Mengod: Un facultativo que me distinguió con su confianza
En mis últimos años de colegio me hizo poseedor de las llaves de la entonces biblioteca, por lo que me confirió también el poder de leerla entera.
Alejandro Salvador Aznar: Estricto y gentil
Nunca olvidaré que me fue a visitar a mi casa una vez que estuve enfermo. Era tosco, pero cariñoso, un disciplinado y fuerte director de enseñanzas. Lo tuve en quinta preparatoria enseñándome matemática y luego por años, francés. Tuve la suerte siempre de ser buen alumno, así que me sirvió de gran estímulo".

¿Qué valores humanos le impregnó el KENT y cómo los ha aplicado durante el transcurso de su vida y carrera?
Ética, humanidad, responsabilidad y búsqueda espiritual. Despúes de recibirme de médico y especializarme en la Universidad de Harvard, pasé años entre chamanes, maestro sufies, el Dalai Lama y otros maestros espirituales que evocaban en mí, los años primeros de inspiración.Seguí mi vida en esos valores enseñándole a más de cientos de miles de personas los principios kentianos y lo aprendido en mis andanzas por el mundo.
El actual Senador Designado para el International Parliament for Safety and Peace en la Región del Cono Sur, relata que el KENT logró influir directamente en el descubrimiento de su verdadera vocación.
“Tarragó enfatizaba que había que hacer las cosas desde un centro total de integridad, cuidado y respeto. Dicha responsabilidad, constituyó la base para que siempre en mi vida hiciera lo que fuera ciento por ciento de compromiso con mi ser”.
Carlos señala que probablemente el Kent de los sesenta no es el mismo de ahora, sin embargo, supone que su ex compañera, Adela Tarragó, siguió los mismos pasos de su padre. “Probablemente si estuviera viviendo en Chile sería un padre ex alumno”, enfatiza.

CV: Un largo pergamino

Sintetizar la trayectoria profesional de Carlos Warter en pocas líneas es complejo. Aquí, un breve resumen, reitero: BREVE.
Casado con la escultora y psicóloga transpersonal ítalo-argentina,Carolina Warter, tiene cuatro hijos: Alexandra (18), que siguió sus pasos, estudia medicina en Argentina; Charles (17) está finalizando la secundaria en Hawaii; David Gabriel (13), cursa aún la enseñanza secundaria también en Hawaii y, por último, Nicholas Michael, más bien conocido como “Momo" es un artista.
Luego de egresar del KENT, Warter obtuvo su licenciatura y doctorado en medicina en la Universidad de Chile. Sus estudios de posgrado los realizó en el Childrens Hospital de la Universidad de Harvard. Seguidamente, optó por psiquiatría y salud mental en la Universidad de Chile. Posterior a ello, se especializó en medicina de la familia y obtuvo el Board en Family Medicine.
A partir de ahí, se involucró en una brillante carrera caracterizada por la psiquiatría, el servicio social, el estudio de las distintas tradiciones espirituales y la medicina alternativa.
Ha sido mediador en los conflictos de Centroamérica junto con Carl Rogers y el ex presidente Rodrigo Carazo de Costa Rica (1985).
Igualmente, ha compartido con numerosas celebridades y personajes mundiales. Entre ellos, el Dalai Lama, Juan Pablo II, Pelé, Andrés Pastrana, Colin Powell, Mikhail Gorbachev, Patricio Aylwin y muchos otros.
Es vicepresidente de la Internacional University of Professional Studies en Hawaii y orador de encuentros políticos, científicos y académicos. Además, dicta seminarios alrededor del mundo sobre sus métodos de sanación integral.
En Chile, creó la Fundación “Gota de Miel” que también operó en Colombia, Venezuela, Uruguay y Argentina (1978 y 1990) proporcionando asistencia social a huérfanos a través de trabajos voluntarios.
El resto, visítelo en www.doctorcarlos.com.

Heartnet International: “Un centro de integridad, fe, dedicación amorosa y entrega”


El interés del doctor Warter por la medicina integrativa surge por la inspiración académica de dos personajes importantes: “Fui discípulo de Hernán Alessandri Rodriguez, quien era un médico integral. Entre Tarragó y Alessandri , los principios holísticos y alternativos, eran uno, complementados con la enseñanza de la profesión”.
Actualmente, en Honolulu, Warter trabaja en el centro Heartnet International del que es presidente y fundador. Como relata en su sitio web “ Es una organización dedicada a reforzar un cambio de paradigma como base de nuestra comprensión social, postulando la necesidad de la cuarta ola : el uso de la revolución informática al servicio de la expansión de la consciencia”.

¿Cuánto terreno está ganando la medicina integrativa en el mundo y a qué se debe principalmente? Hay más consciencia de la responsabilidad de cada quién en su propia existencia y salud, pero deberíamos hacer mucho más por su avance.

¿Por qué muchas personas están optando ésta, sobre todo, al momento de padecer enfermedades graves? Debido a los altos costos, al no éxito de los tratamientos comunes, a la necesidad de integrar los aspectos mentales, emocionales y espirituales. Fundamentalmente, muchas veces por el trato no humano de los sistemas de seguros de salud, y las consecuencias que ello tiene en el devenir de la salud de las personas.

Según su conocimiento ¿Por qué se generan las enfermedades en las personas? ¿Existe alguna razón más allá de lo físico?Absolutamente, la consciencia e identidad de quiénes somos y su olvido causan estrés que a su vez alteran la energía psíquica, que junto a la modulación genética y el ambiente, deterioran el equilibrio y la salud.

¿Qué tipo de conductas y patrones debiera cambiar el ser humano para alcanzar la plenitud? Debiera conocerse a sí mismo. En mi libro “ Conocerse es sanarse” publicado en nueve idiomas, se habla de ello.

En ese sentido ¿ Qué tipo de personas asisten a su centro de terapias? Mi foco no son los problemas. Los pacientes con problemas los atiendo en mi consultorio. A Heartnet International asiste gente que busca un mejor sentido de la vida, calidad y paz interior. Los participantes en seminarios son estudiantes que buscan su camino interior y que pasan por fases de talleres de autoconocimiento, y luego regresan a sus países donde forman grupos de estudio, expansión y reflexión.
Acabo de regresar de Argentina donde hice un par de estos talleres. El año pasado estuve en Oceanía, Medio Oriente y Europa.

¿En qué aspectos concretos mejoran los pacientes que visitan Heartnet International? En el autoconocimiento. Existe una mejoría de relaciones con sus orígenes infantiles y malos entendidos a través de un proceso intensivo llamado PIP, Proceso de Integración Personal, que resuelve la inmadurez emocional y social. De este modo, el paciente puede integrarse y elegir conscientemente su camino.

Siendo que hay diversos centros de medicina integrativa en el mundo ¿ En qué se diferencia el suyo y por qué lo recomendaría? Como decía Tarragó, es un centro de integridad, fe, dedicación amorosa y entrega.

¿Qué consejos brindaría a quienes por motivos económicos no pueden acceder a estas terapias? Que prioricen sus necesidades. Acá no viene sólo gente pudiente; vienen buscardores de verdad e interesados que primero se familiarizan con los libros que he escrito o con mi página web. Seguidamente, me escriben, los guío y luego se movilizan primero, quizás, desde Chile a Argentina y más allá.
Hago seminarios en el país Inca, Macchu Picchu, el país Maya Tikal México, Israel, Egipto, India, El Tibet, etc. No estamos restringidos.

Para más información sobre Heartnet, El Genoma, artículos, seminarios y otros, visitar el sitio del doctor: http://www.carloswartermd.com/

ENTREVISTA A ARNAU SARRÁ


Ingeniero civil y maestro de Tao Zen:
"ANTES CONSTRUIA CASAS, AHORA CONSTRUYO VIDAS"


Por Catherine Bernales L.
El 21 de octubre de 2001, Arnau Sarrá Soler dejó de ser el mismo. Aunque ya lo venía experimentando desde pequeño, fue en el Seminario del psiquiatra estadounidense, Brian Weiss, donde alcanzó el estado de “iluminación”.
A partir de aquel momento, renunció a directorios y empresas para dedicarse por entero a la enseñanza del autoconocimiento, al servicio de Dios y al Tao-Zen.
Hoy el fundador de la Orden Somos se ha ganado el reconocimiento de guías espirituales y organizaciones internacionales, quienes le han adjudicado diversos títulos, entre ellos, el de sanador, guía y Maestro Espiritual y del Entendimiento (Rabbi Binah).


Pláticas con té verde y pantuflas
Locación: Casa Somos, Calatayud 396, La Reina.
Son las cinco pm y hace mucho calor. Me bajo del auto, cierro, saludo, miro, me impacto y entro. Luego intercambio mis sandalias por un par de pantuflas, avanzo, me siento y aguardo por un té verde. Ahora sí, REC.

Fue a los siete años cuando sus primeras vivencias le incrustaron arbitrariamente el pensamiento sin explicación y consentimiento alguno. El discernimiento era complejo y optó por olvidar lo inolvidable. “Tenía recuerdos y flashazos de vidas anteriores que me complicaban mucho desde pequeño, además, hablar de estas cosas en esa época era raro, poco menos que era un loco, un demente”, recuerda con humor.
Dejo que la grabadora me cubra unos segundos para observar a mi personaje. Me enfrento a un universo incapaz de fraccionar: melena castaña y frondosa hasta los hombros; cejas bien colonizadas posicionadas en punta, estilo vértice; barba y bigotes a juego con sus cabellos ondulados y, por último, los ojos. Estos no fallan, se componen de una elipse profunda e indefinido color. No sé si marrón intenso, azul marino o negro azulado y bien lustroso; creo que tiene el iris azul…es místico e imponente.
Posterior a la pausa y retomando su infancia de memorias ipso factas, nos remontamos al KENT donde ingresó desde muy temprana edad por sencilla sucesión, es decir, su padre había estudiado en el Colegio y sus abuelos eran bastante amigos de Alejandro Tarragó. Compartían la experiencia de haber llegado de España a eso de principios de los cuarenta, eso sí que en barcos distintos.
“Mi abuelo murió cuando era muy niño, así que Tarragó pasó a ser mi “abuelo putativo”. El era un ser extraordinario, uno de los grandes maestros que he tenido, un ser absolutamente integral con una característica muy particular: tenía el complemento perfecto de saber muchas cosas a nivel de conocimiento, pero tenía una sabiduría interior de vivencias, de experiencias de vida extraordinarias, y eso lo aplicaba en todo lo que sabía”, relata.
Y como buen “abuelo putativo”, Alejandro Tarragó le enseñaba el idioma de sus raíces: el catalán. “Yo todos los días le entregaba una composición en catalán y él me la corregía siempre en el primer recreo. En el fondo, además de todas sus labores como director se daba el tiempo para revisarme diez minutos mi tarea adicional”, menciona todavía incrédulo.
Pero a parte del catalán, el inglés y los demás ramos, el ex alumno adquirió ese gusto particular por aprender a cuestionarlo todo de manera respetuosa y autodidacta, hurgando más allá de lo convencional y, aunque las notas sí eran importantes, más valioso para él era el desarrollo personal que el KENT proporcionaba a cada estudiante.
“Nos enseñaron a ser honestos, es más cuando alguien hacía una embarrada, Tarragó formaba al Colegio entero y de los cuatrocientos alumnos, nadie era capaz de mentirle. O sea, a cualquiera se le hubiera caído la cara de vergüenza de mentirle a Don Alejandro”, enfatiza con las manos.
Con el pasar de las palabras, la plática se vuelve muy distendida, sobre todo, por los colores anaranjados y el sabor acogedor del entorno, instante óptimo para subrayar frases interesantes.
“Doña Amelia Tarragó fue para mí una de las personas que vino a traspasar ese espíritu kentiano luego del fallecimiento del director (…) La otra que era una academia fue miss Sheila. Cuando nos tocó ir de viaje de estudios fuimos con ella, y eso que era profesora de básica y nosotros alumnos de media. Había un cariño intrínseco…más tarde asistí a su funeral”.

Estudios sincrónicos y un vuelco cósmico

Al egresar del KENT, el Rabbi Binah, como le llaman algunos, optó por los números y la Ingeniería Civil en Obras Civiles. Durante su etapa universitaria, se adentró paralelamente en el Kung Fu y el Zen (filosofía de vida donde todas las artes marciales basan su piedra angular). Sin embargo, para participar en la Escuela de Kung Fu Cinco Lunas era primordial contar con ciertas características especiales. “No era entrar así como así por elección propia, te observaban y analizaban durante algún tiempo”, afirma.
— ¿Qué se obtiene con la práctica del Zen?
— La idea es alcanzar el equilibrio interior para que tú tengas el control de tu vida y no seas víctima de las circunstancias, pues el ser humano habitualmente es víctima (…)Así no vas a ser feliz nunca, necesitas trabajar tú en tu interior para ver qué cosas están en desequilibrio y qué cosas están bien. Ahora, si además pasan esas cosas qué tú esperas, mejor, te sacaste el loto.

Simultáneamente a sus estudios, el extravertido ingeniero siguió las etapas convencionales de la vida. Se tituló, se casó, tuvo hijos, puso su constructora y fue independiente por diez años. Incluso trabajó en el Servicio de Salud Metropolitano Norte a cargo de la infraestructura de los hospitales.


No obstante, no fue hasta el 21 de octubre de 2001 en Santiago, cuando experimentó un vuelco radical en su vida. Mientras asistía a un seminario dictado por el psiquiatra estadounidense, Brian Weiss, se sumergió en una regresión grupal donde alcanzó, según él, el estado de “iluminación”.
— ¿En qué cosiste dicho proceso?
— Es una percepción muy especial en que la forma de ver el mundo cambia absolutamente y todo como era hasta ahora, ya no lo es. La concepción del universo cambia— explica a grandes rasgos.
Al día siguiente de aquella experiencia, el kentiano drásticamente decidió desprenderse de la ingeniería, la constructora y todo, para dedicarse a la enseñanza y ayuda de las personas. Tal como lo sintetiza el mismo: Antes construía casas, ahora construyo vidas.

¿Quiénes SOMOS?

Fue así como empezó a dictar charlas, seminarios, cursos, asesorías y a practicar las sanaciones. Creó la Orden Somos (2003), movimiento donde se imparten los más diversos talleres, métodos y disciplinas para alcanzar la sanación y el autoconocimiento.
Del mismo modo, implementó la Escuela de Tao Zen como forma de vida y desarrollo personal, donde se extrae lo mejor de las diversas tradiciones espirituales. En este sentido, explica que el término Tao refleja al espíritu y el vocablo Zen, al sendero. En otras palabras, “el sendero del espíritu” para la ascensión e iluminación.
“Yo mezclé dos cosas que en Oriente están absolutamente disociadas: el Tao y el Zen. Por ejemplo, los taoistas se llenan de divinidad y los zenistas se vacían de elementos que van trastornando su vida. Yo mezclé ambos porque cuando tú te vacías, te llenas de divinidad. Además si dejas el Zen a medias puede quedarte un gran vacío en tu vida”, aclara.

Hoy con veinticinco años de experiencia en el tema, basa sus tratamientos aplicando todo lo aprendido, es decir, la ingeniería, los campos electro magnéticos, las ondas y las técnicas científicas corporales y energéticas milenarias.
Su trayectoria en este ámbito le ha valido el reconocimiento de varios países, organizaciones y órdenes.
Lo han distinguido como un Al Zahir dentro de los sufís (místicos árabes islámicos); como el Gurú Ji, por los Gurús de la India, y como la encarnación del sexto Gurú Sikh, Har Gobind (dentro de esta corriente hay diez importantes gurús indios de la historia). Asimismo, pertenece a distintas órdenes en México y España, y es coordinador del Cono Sur para la Orden Genizahr Geburah en países como Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú y Chile.

La tertulia con Arnau Sarrá se prolonga y podría escribir varias carillas sobre lo aprendido en relación a esta interesante disciplina de raíces milenarias. Mas debo ceñirme al formato que hace rato dejé de lado con mis consultas personales. Incluso antes de irme recorro las distintas salas de la Casa SOMOS hasta adentrarme en el cuarto de meditación, tan acogedor, adictivo y desestresante.
A la salida, ya me siento mejor…y me voy atesorando una frase muy cierta acuñada por mi personaje: “Hay algo que los kentianos tenemos en común. Da lo mismo si tienen quince, treinta o sesenta. Yo puedo recitarte La Plaza y tú el Break, Break, Break, son tradiciones que van quedando, sin importar la edad.

Si quieres contactarte con este ex alumno ingresa a su sitio web http://arnau-sarra.es.tl/ o envía un mail a arnausarra@gmail.com .

ENTREVISTA A ANTONIO KRELL

EL PINTOR DE LAS MATEMÁTICAS

Por Catherine Bernales L.
En todos lados siempre existen híbridos. Por ejemplo, hay ingenieros que pintan y pintores que gustan de la matemática. Es cuestión de evocar a multiformes como Leonardo da Vinci (Italia), Cecil Crawford
(Irlanda), Pedro Nel Gómez (Colombia) y Matthias Grünewald (Alemania).
En Chile ocurre lo mismo con Antonio Krell: totalmente híbrido, multifacético y contagiosamente vital. Su esencia se compone de números y brochas que se extienden por diversas metrópolis del orbe, con exposiciones individuales y colectivas, con créditos, publicaciones y reconocimientos.
Es ingeniero civil, pintor y escultor, toca el piano y es dueño de una inmobiliaria…En fin, es un ex kentiano que un día escondió su pincel para recuperarlo veinte años después y consagrar su desarrollo profesional con su lado artístico.



Infancia de violines, ceviche ecuatoriano y el KENT

El retrato de Antonio Krell es el siguiente: sentado erguido en su despacho, su frente amplia y despejada concuerda con su carácter dinámico y locuaz. Sus facciones y claras tonalidades imponen su procedencia húngara-judía, aunque es chileno nacido en Ecuador. Canosamente despeinado, su pelo es expresivo tal como su pintura. Mientras voy componiendo mentalmente la efigie, oigo que hace cincuenta años egresó del KENT. Me cuesta creerlo, no lo creo, pues en aquel lienzo, su energía y juventud están muy bien enmarcadas.

Retrocedo unos pasos y mejor comienzo desde el principio, en la época en que sus padres huyeron junto a sus dos hijos mayores de Hungría antes que comenzara la guerra. Se instalaron en Ambato, un pequeño pueblo de Ecuador, todo gracias a la visa obtenida a través de un amigo. Al poco tiempo, su padre, comerciante y de gran ingenio, creó el Restaurante Húngaro, que rápidamente se hizo famoso por sus deliciosos banquetes.
“Mi papá tocaba el violín y cantaba muy lindo, era el encargado de dar el espectáculo en el restaurante mientras mi mamá cocinaba. Ella preparaba comida húngara, judía y aprendió la ecuatoriana. Incluso yo todavía como el ceviche que mi mamá le enseñó a hacer a mi señora”, recuerda desde sus ojos celeste-grisáceos.
Cuando Antonio cumplió los seis años, él y su familia se vinieron a Chile donde su padre se instaló con un negocio de bombones de chocolate, que en esa época se llamaba Congo y que más tarde fue comprada por Ambrosoli.
Ya en quinta preparatoria, lo matricularon en el KENT, pero para cuarta, pues debía nivelar sus conocimientos de inglés. Fue en la antigua casona donde Krell comenzó a desarrollar sus primeras habilidades matemáticas y artísticas, alentado por profesores de gran trayectoria nacional.
“Era un colegio muy liberal, cosmopolita y con amplitud de criterio, con profesores que compartían una historia de vida muy interesante. Fíjate que a mí fuera de Tarragó y Mengod me hizo clases de inglés el escritor José Donoso. Incluso yo partí mi pasión por la pintura con José Balmes, que fuera de ser un dibujante y un pintor fantástico, tenía una personalidad muy atractiva. También me hizo clases en mis últimos años, Ricardo Bindis, que hoy es un gran crítico de arte”, comenta orgulloso.
Y más satisfecho aún relata cómo su formación de tipo científica le permitió aventajar a sus compañeros en la educación superior. “Yo entré a estudiar ingeniería civil a la Universidad de Chile. En un principio, la carrera era muy complicada y yo era uno de los mejores alumnos porque venía con muy buena preparación del Colegio”.
Sin embargo, su paso por el KENT no sólo se trató de libros y ecuaciones. De la “antigua casona” rememora esas anécdotas de la niñez y adolescencia que jamás se abandonan.
“Nos encantaba jugar en el recreo y…Tarragó era muy espectacular, de alguna u otra forma siempre estaba presente y nos golpeaba el hombro…”, sonríe mientras destaca aquella vez en que la pelota se les cayó a la casa del lado, lo que ocasionó un gran reclamo. “ Eso significó varias vueltas corriendo por el Colegio y Tarragó iba comandando el lote. Aparte de castigarnos nos daba el incentivo, era muy especial”, reconoce.

Veinte años de silencio

Universidad, dos pasiones y una pena inesperada resumen los primeros años de juventud del pintor. Se matriculó en ingeniería civil de la Universidad de Chile y al tercer año se inscribió en el vespertino del Bellas Artes guiado por artistas de la talla de Gracia Barros y Luis Lobos Parga. Posteriormente, titulado y recién casado postuló a dos becas en Italia y Francia para compatibilizar el arte con los números. En Milán trabajó en talleres de mosaicos bizantinos, vitrales y otras técnicas medievales. Poco antes de partir a su beca en Francia, se enteró de la muerte de su padre tras un infarto. “La muerte de mi papá me produjo una impresión muy grande, lo supe tres semanas después de que había fallecido y la sensación de no haber hecho el duelo en el momento fue muy complicado”, relata.
A partir de aquella pena, Antonio dejó de pintar diluyendo su arte por veinte años y volviendo a Chile para reintegrarse en el área empresarial. Fue así como inició una carrera de ejecutivo de empresas, como gerente general de diversos bancos y proyectos independientes a partir del año ’85. Pesqueras, constructoras inmobiliarias y otras, recorrieron la trayectoria de Krell.
No obstante, fue hacia el año ’89 cuando Krell agripado y en cama sacó un block y empezó a dibujar. “Desde ese entonces no he parado”, asegura. Gracias a la asesoría de Concepción Balmes fue poco a poco retomando la confianza y dedicación en su pintura. Del mismo modo, fue dejando a su hija mayor a cargo de su negocio inmobiliario actual.

Figurativo, abstracto y expresionista

Revisando sus colecciones me detengo en la serie Composiciones, en la obra Composición 5, especialmente, por sus intensos coloridos, rojo al centro y azules en el resto de la tela, que se degradan en violetas, celestes y hasta verdes.
Expresionista de raíces figurativas y abstractas, la emotividad y el color constituyen su principal estandarte. Puedo evocar diversas emociones y significados simultáneamente, creo que ahí está lo novedoso. En algunos cuadros, rostros emergen, se ocultan y se diluyen en un cosmos vivencial.
Sitúo una rótula sangrienta cristalizada en el hielo, tal vez un instante de dolor perpetuado que se derrite lentamente hasta olvidarse.
“En mi pintura siempre está presenta la búsqueda con la alternancia de logros y frustraciones. La composición y el color son mis principales motivos de inspiración”, señala.
— ¿Pero, qué piensa mientras pinta?
—Inconscientemente mi obra debe tener una relación con mi vida interior y, por tanto, con mi historia de vida. —responde.
Revisando su currículum, se encuentran exposiciones individuales y colectivas en Barcelona, Florencia, Buenos Aires y Santiago. Algunos de sus trabajos más destacados son Seres Blancos, Composiciones y Erotika, aún en proceso.
“Utilizo acrílico y óleo. A veces, carboncillo, pasta de relieve y otros materiales, lo que se denomina por técnica mixta”, afirma. Sin embargo, hace cinco años se le ocurrió agregar la greda a una de sus telas. “Traté de incorporarla pero fue imposible porque se degradaba, traté de buscar una solución y hablé con la escultora Ruth Krauskopf del Taller Huara Huara”, relata. No hubo caso, mas sí encontró una nueva pasión: la escultura.
A través de la cerámica gres y al igual que con su pintura, trabaja con elementos figurativos y abstractos. “No hay temática única. En el caso de las esculturas figurativas, pueden ser humanas, semi-humanas, individuales o parejas. Igualmente, construcciones abstractas”, expresa.


Cabezas y Torsos, Mayas y Nepales, Seres y Composiciones son también algunas de sus series de esculturas que impregnan el multifacético espíritu de Krell, que nunca se dio por vencido, logrando transformarse en un personaje absolutamente multifacético.
Sus obras y trayectoria pueden ser visitadas en su sitio web
http://www.antoniokrell.cl/

ENTREVISTA A SILVIO CAIOZZI


SINOPSIS KENTIANAS

Por Catherine Bernales L.

Sencillo, sí, muy sencillo es el señor del celuloide y los fotogramas. Con frecuencia sonríe, platica y reflexiona…Luego vuelve a platicar, es interesante.
Hace una década convirtió el que fuera su hogar de adolescencia en su productora, Andrea Films, donde hoy se dedica al cine y a la publicidad. En ambas ramas es exitoso, tan exitoso que es uno de los realizadores más premiados de Iberoamérica. Y no es para menos, sus películas de largometraje Julio comienza en julio (1979), La Luna en el espejo (1990), Coronación (2000), Cachimba (2004) y el documental Fernando ha vuelto (1998), han recibido importantes reconocimientos en los más prestigiados festivales de cine internacional.
En Chile la publicidad también lo recuerda con el primer comercial premiado en el exterior. El Indio Firestone, protagonizado por Luis Alarcón, se llevó el León de Oro en el Festival de Cannes, Francia. (1986).

En la antesala de Andrea Films, una cubierta de mármol y una vitrina ostentan orgullosas sus galardones, porque Silvio Caiozzi sigue y sigue. Hace dos meses la Cámara de Diputados le otorgó el “Reconocimiento a la Creación y Desarrollo de la Industria Cinematográfica Nacional”.
De Caiozzi tiene mucho, se le nota la ascendencia italiana que trajeron a Chile sus abuelos del Villorio de Chianni en la Toscana.
Hacia fines del siglo XIX se instalaron con un almacén en la calle Franklin. Más tarde, el padre de Silvio descubrió cómo preservar los condimentos en vinagre sin la necesidad de refrigerarlos. Gracias a su ingeniosa fórmula, el local pasó a transformarse en una fábrica de barriles de alimentos en frasco y llegó a contar con sesenta trabajadores.
En sus primeros años, Silvio vivió en la calle Serrano y luego se trasladó a la Avenida Pedro de Valdivia, donde sus padres lo matricularon en el KENT.

El grupo de los cinéfilos

Lo peculiar de Andrea Films es el mármol. Subimos por una escalera también “marmolada”, mientras sujeto un café caliente que está a punto de desbordarse. En seguida, una estatua de San Francisco de Asís y varios afiches publicitarios de sus filmes me van guiando a su despacho. Ya estamos, ahora comienza el éxodo al pasado…
“Yo entré al colegio en segundo humanidades, ya que antes estaba en un establecimiento muy chiquito que no cubría toda la enseñanza media (…) Con mi familia vivíamos en la calle Serrano y después nos cambiamos a esta casa, por tanto, el KENT me quedaba muy cerca”.
Sus ojos verdes a ratos se tornan amarillos en contraste con su cabellos un tanto embrollados en hebras de blanco y negro.

Siendo que usted era de personalidad bastante tímida ¿Cuáles fueron las primeras impresiones de su nuevo colegio?
Recuerdo haber visto al KENT como un colegio grande en comparación al que estaba. Para mí fue un shock muy fuerte, muy agresivo. Había puros hombres y muy poquitas mujeres. Los dos primeros años yo andaba en los rincones, me atrevía hablar muy poco, me asustaba al ver a mis compañeros empujarse y todo estos juegos agresivos que no había visto nunca, nunca.

¿Era un curso desordenado, mateo, cómo lo recuerda?
¡Uf, se portaban pésimo, pero pésimo! (Sonríe como niño, muy espontáneo). Era un curso muy malo, difícil. Yo era un buen alumno, quitado de bulla, tampoco mateo, pero el señor Tarragó tenía serios problemas con nosotros, muchas veces nos dio varias conferencias. Sin embargo, lo curioso es que siendo un grupo que tuvo problemas de conducta fuerte, ya el último año se transformó en un curso súper bueno con excelentes notas, sobre todo, en el bachillerato donde los resultados fueron muy altos. De hecho salieron profesionales muy exitosos.

Aparte de usted ¿podría nombrar algunos?
Mario Manbor connotado cirujano, Carlos Schlesinger que siguió con la empresa de su padre dedicada a las pinturas, tintas y químicos; gente que trabajó en el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington; Roberto Mosse, por ejemplo, mi mejor amigo y compañero de banco, que ya está retirado y vive en Washington. Lo mismo que Miguel Schloss también trabajando para el banco en esa ciudad.

En aquella atmósfera traviesa y revoltosa ¿Cómo fue desarrollando sus lazos de amistad?
Como yo era bastante tímido fui armando un pequeño grupito de cinco o seis amigos y siempre nos juntábamos a conversar. De lo que más hablábamos era de las películas que había visto el fin de semana. Parece que se las contaba con tal placer, que cuando ellos iban al cine me decían “oye me gustó más tu historia que la película”.
Durante la conversación, Silvio sonríe con frecuencia. Poco a poco va recordando esas épocas de antaño y se entusiasma. Son aproximadamente las cuatro de la tarde y, por la ventana y la terraza de su despach, es posible divisar a muchos kentianos retirándose a sus hogares.

¿Fue ahí cuándo comenzó a entusiasmarse con el cine?
No, fue desde muy chico, pero no sabía que iba a ser profesional, nunca lo pensé, era como un hobbie. Por ejemplo a este grupo de amigos del KENT los hacía actuar, tengo acá una película que grabé con una cámara de ocho milímetros, con un proyector. Yo mismo compaginaba y hasta actuaba. Nos pasábamos todos los fines de semana acá en esta casa grabando. Los guiones los sacábamos de historietas, eran cositas cortas de cinco o seis minutos.

Una formación de apertura y respeto

Luego de egresar del KENT, Silvio estuvo un tiempo ayudando en la fábrica de sus padres y posteriormente viajó a Estados Unidos donde se graduó de Bachiller en las Artes de las Comunicaciones Masivas en Chicago (1967). Pese a que sus memorias escolares no son de las más recientes, no tiene problemas en nombrar de corrido a sus profesores:
“Recuerdo al señor Tarragó, al señor Mengod, Salvador, al pintor Carlos Osandón…”

¿Qué hay del profesor José Donoso? Usted desarrolló con el famoso escritor el guión de su película “La Luna en el Espejo”, Coronación y su novela homónima, “Cachimba” inspirada en la obra “Naturaleza muerta con cachimba”.
Cuando entré al KENT, él justo había terminado de hacer clases en el colegio. Nunca lo vi, pero mira la coincidencia… el señor Mengod nos daba literatura chilena y a todos nos lateaba muchísimo, pero entre los libros que nos dio figuraba Coronación. Fue la única obra que leí dos veces, una cosa insólita porque no me gustaba leer. Me quedé pegado…con el paso de los años hice la película.

Y qué hay del fundador, Don Alejandro Tarragó ¿Cuál era el mensaje que proyectaba a todos sus alumnos?
El era un tipo cultísimo. Sabía de todo, pero de todo. Podía reemplazar a cualquier profesor en cualquier materia, era muy didáctico. Te enseñaba a tomar las cosas en serio y de aprender a escuchar. Era un gran rector y con todos los alumnos que yo he hablado quedaron con una imagen de él excepcional.
Una de sus grandes cualidades era que fue una persona muy objetiva y le importaba la calidad. El no se ponía banderas y siempre nos enseñó a “no seguir el rebaño”, a ser un individuo que respeta lo bueno de otros individuos. En el fondo respetaba la calidad y era de mente muy abierta, incluso, considerando la situación que le tocó vivir en España.

¿Cómo influyó en su curso esa formación basada en la apertura y el respeto?
No sólo el respeto, sino que se nos inculcó el saber más y tomar las cosas en serio, pues en el colegio uno toma las herramientas de lo que quiere ser en el futuro.
En mi curso todos terminamos siendo profesionales destacados, en general, gente muy satisfecha con su vida, y eso se lo dio el KENT.
Con ese concepto de apertura y respeto a todo, no es raro que de mi curso hayan surgido profesionales destacados en carreras totalmente dispares. En mi curso encuentras de todo, hasta un cineasta (bromea). Eso indica que cada uno optó por lo que realmente le gustó sin seguir ninguna bandera.

¿Cuándo fue la última vez que vio a su curso?
Bueno, cuando cumplimos los cuarenta años en el 2002. Roberto Mosse empezó a mandar mails y a organizar esto. Vinieron ex alumnos de varias partes del mundo como Estados Unidos y Australia con el noventa por ciento del curso presente. ¡Estuvimos cuatro días celebrando hasta con las señoras incluidas!
Fue súper emocionante, a algunos ni siquiera los podía reconocer porque estaban muy cambiados.
Inauguramos el reencuentro en el Stade Francés y yo como regalo les mostré la película que habíamos grabado en mi casa, se mataban de la risa.
Luego nos juntamos al día siguiente en el KENT en la fiesta de fin de año. Me tocó a mí dar el discurso, me dijeron “tú eres el artista” y me “jodieron” (sonríe). Al otro día nos fuimos a Santo Domingo.

Sus amigos tienen razón. Silvio Caiozzi sí es un artista, de esos modestos, pero grandes. En el balcón, Silvio posa para una foto en la que se alcanza a divisar tímidamente el edificio del KENT.
La fotografía sale mala. Silvio me da instrucciones, luego coge la cámara y la revisa…es inevitable, toma posición, tiene paciencia, no soy muy amiga de la tecnología. Repaso el encuadre, el plano, el ángulo…y ya me siento como parte de un tráiler.